lunes, 8 de septiembre de 2008

MANUEL FRAGA Y LA HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO EN ESPAÑA

No voy a reprochar a un anciano que suelte lo que le pide el cuerpo. Además, por muy alejado que esté yo de sus principios, reconozco que Fraga pasará a la historia como un político de talla, comparable a un Cánovas del Castillo. Pero cuando Fraga se desencadena y hace ciertas declaraciones, sería de agradecer que el Borbón le dijera eso de "¡Por qué no te callas!". Sobre todo, por la mala sangre que aflora al pensar en todos los crímenes de Estado que han quedado impunes.

En marzo de 1976, Fraga era Ministro de la Gobernación –hoy diríamos "del Interior". En esa época, se concebía que eso de gobernar tenía mucho que ver con el palo y tententieso- del primer gobierno de la Monarquía. Para la gente que no conoció esa época, diremos que España era un país "en vías de desarrollo" (1). Tras años de crecimiento económico, los efectos de la crisis mundial se estaban haciendo sentir y, aunque se estaban subvencionando los artículos de consumo básicos para evitar un estallido político, los salarios reales comenzaban a descender por efecto de la inflacción.

En aquellos tiempos había muchas luchas obreras. A las reivindicaciones económicas –la gente quería defender el nivel de vida alcanzado- se unían las políticas (2) – democracia, amnistía para los presos políticos, libertad para las nacionalidades-. Pues bien, fue por entonces cuando la policía intervino contra una asamblea de trabajadores reunida en una iglesia de Vitoria: los reunidos fueron desalojados con gases lacrimógenos y ametrallados a la salida del templo. Posteriormente, hubo nuevas víctimas en el País Vasco y Cataluña, cuando la policía disolvió a balazos concentraciones en protesta por estos hechos. Hasta la actualidad, nadie ha tenido que dar cuenta de sus responsabilidades políticas ni penales por aquellos asesinatos. Ni por otros, porque era habitual que los movimientos populares tuvieran que llorar a sus muertos cada cierto tiempo (entre 1976 y 1981 cayeron ecologistas, estudiantes, jornaleros...)

La verdad es que, en aquellos tiempos, había gente muy peligrosa. El mismo Fraga tuvo que aplacar al presidente Arias Navarro, que quería implantar el estado de excepción y sumir la zona bajo la ley marcial; o el capitán general de Burgos, que llamó al Consejo de Ministros para decir que sus unidades acorazadas estaban dispuestas a intervenir contra la huelga general que se había declarado.

Pero este post no es para hablar de la Memoria Histórica (si hay problemas para esclarecer lo del franquismo, para meterse con la transición va a tener que llover mucho. Aunque estaría bien, a ver si los únicos que se pueden quejar son los de la AVT). Lo que me interesa es saber qué fue de aquel movimiento obrero.

El sindicalismo de entonces no tiene nada que ver con el que conocemos ahora, entre otras cosas porque los sindicatos estaban fuera de la ley. Los líderes obreros eran "subversivos". Eran personas que tenían que actuar en la clandestinidad y cuya única posibilidad de negociación consistía en infiltrarse en los sindicatos franquistas. Si había algún conflicto, los trabajadores se reunían en asamblea, cada uno exponía lo que creía más conveniente y, finalmente, se tomaba una decisión entre todos. Como esto de protestar era un ejercicio muy peligroso, los focos de organización obrera se daban, exclusivamente, en los sectores donde se había desarrollado una fuerte conciencia de clase. No se concebía una actuación que no tuviera que ver con la lógica de la lucha de clases, de los intereses opuestos del trabajo y el capital.

Tras la transición, todo aquello cambió. Los sindicatos fueron legalizados; se reconocieron como interlocutores sólo a las organizaciones que contaban con más delegados; se les devolvieron inmuebles (menos a la CNT) y comenzaron a recibir financiación; las asambleas pasaron a ser "informativas". En 1977, fuerzas políticas y sindicales suscribieron los Pactos de la Moncloa, que consagraban un empeoramiento de las condiciones laborales, pero que suponían un importante apoyo sobre el que consolidar una monarquía parlamentaria. Y los sindicatos recibieron más financiación, se hicieron más "responsables", aspiraron a ser una administración paralela. Posteriormente, los sindicatos más fuertes profundizarían en sus análisis: ya no era el tiempo de la lucha de clases, la afiliación era débil y había que imitar a las organizaciones de los países nórdicos: atraer a la gente con servicios, seguros, banca, actividades de tiempo libre. Personas que habían actuado durante la clandestinidad, a veces organizando federaciones, fueron apartadas de puestos de responsabilidad e, incluso, expulsados.

La sociedad ha cambiado mucho desde mediados de los setenta. También ha evolucionado mucho el sistema político. En toda Europa, las formas de organización más radicales fueron acentuando su carácter minoritario y apagándose. Pero yo me pregunto ¿Puede tener algo que ver lo que pasó en la transición con este viraje sindical?

Atendiendo a los protagonistas de aquellos sucesos de Vitoria, yo diría que sí. El entonces Ministro de Relaciones Sindicales y ahora alto ejecutivo en la empresa privada, Martín Villa, lamentaba que algunas protestas obreras hubieran podido ser dirigidas por "gentes irresponsables" y reflexionaba sobre que el gobierno no debería haber dejado crecer aquello. El ex ministro de la Presidencia, Osorio, también justificaba de algún modo lo que pasó, declarando que el liderazgo de esta lucha no estaba en manos de Comisiones Obreras o UGT (3). Cualquiera diría que se estaban marcando límites, y que quien se saliese de ellos, que cargase con las consecuencias. En todo caso, el poder no fue neutral e hizo todo lo posible por canalizar e institucionalizar un movimiento obrero muy pujante. La letra, con sangre entra.



(1) Por hacerse una idea, ésto se parecería más al Marruecos actual que a otras naciones europeas: altas tasas de analfabetismo, una enorme emigración hacia el exterior, corrupción extendida a todos los niveles, ausencia de libertades, inexistencia de impuestos directos, persistencia de mentalidades arcaicas...

(2) No era nada que tuviera que ver con manipulaciones. Por entonces, había unos "sindicatos" de afiliación obligatoria llamados "verticales", dirigidos por los patronos. La pertenencia a un sindicato libre era duramente castigada. Las reuniones, manifestaciones, huelgas, difusión de escritos y asambleas estaban, naturalmente, prohibidas.

(3) Documental sobre la Transición Española, dirigido por Victoria Prego y producido por RTVE. Para escuchar a las víctimas, hay que remitirse a otras fuentes, como "La Revolta Permanent", de Lluis Llach.

1 comentario:

Madrastrona dijo...

Llevo desde que di con este blogger la semana pasada,intentando escribir un comentario a los artículos de Fraga y al de las movilizaciones contra la privatización,que dicho sea de paso me parecen muy interesantes, pero por unas cosas o por otras "que si la clave no es correcta", "ahora que si la abuelita fuma"..., en fin, voy a volver a intentarlo.
Felicidades por el blogger.